En la biblioteca de mi colegio había muchos
libros, pero de un día para otro notamos que a algunos cuentos ¡les
faltaban letras! Y no se podían leer.
Un día, cuando no había nadie, una
tortuga de no sé cuantos años, con los ojos verdes y el caparazón rubio
apareció por allí. No sabemos cómo se llamaba, ni de dónde venía. Abrió
un libro y empezó a coger letras y a comérselas. Y así con muchos
libros: unos de aventuras, otros de miedo, de risa, de teatro, de
cuentos, de ciencias, de arte...
De repente, se abrió la puerta y era la jefa de la biblioteca, Emilia Jaén Gil, que era una joven cordobesa, graciosa, con los ojos marrones, el pelo rizado y con gafas. Y que se había pasado muchos días ordenando, limpiando, decorando y dejando todo listo para que los alumnos y alumnas del colegio pudiésemos disfrutar de la lectura y de los libros.
Cuando vio los libros sin letras, se enfadó
mucho, no entendía que es lo que pasaba... Tania era una niña del
colegio que le gustaba mucho leer.Un día la niña fue a la biblioteca a
sacarse un libro, y Emilia no estaba y se encontró con la tortuga,
entonces Tania le preguntó:
Celia Granados Alías
- ¿por qué te comes las letras? no ves que así no podemos leer los libros,
- Soy vieja, ya no se leer y quería recordar los libros que me sabía de pequeña.-contestó la tortuga
La niña fue a buscar a Emilia para que la tortuga se quede en el
cole y para enseñarle a leer. Emilia al principio se enfadó pero
después dejó que se quedara. Al cabo de un tiempo la tortuga vieja se
hizo una escritora famosa y sus libros se los dedicó a el colegio Virgen
de Tiscar por ayudarle.
Celia Granados Alías